¿Estoy malcriando a mi bebé?
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La mirada de la suegra, el ceño fruncido de mamá, la voz inquisidora de la enfermera, la opinión de una amiga, el tono burlón de la vecina…
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Voces, voces, y más voces que generan culpa, culpa y ¡más culpa!
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“Todo el día a upa y, claro, lo apoyas y llora… Obvio llora por tu culpa, porque lo malcriaste”, ¿te dijeron eso alguna vez?
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El bebé y su mamá necesitan estar juntos, no se puede separar lo que nunca estuvo unido.
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Cuanto más unidos estén los primeros meses, más seguro y fuerte se desarrollará el psiquismo y más fácil será que salga a explorar el mundo cuando empiece a deambular.
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¿Por qué? Porque su mamá estuvo atenta a sus necesidades, receptiva, transformándose en una base segura, en alguien confiable. El bebé sabe que si sale y algo le pasa, tiene dónde volver.
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La mamá necesita estar disponible para su bebé y, para eso, necesita una red de sostén: personas que la ayuden para que ella pueda hacerlo.
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En equipo todo es más fácil.
