Todas las semanas, cómo psicóloga de una unidad de cuidados intensivos neonatales, acompaño a muchas familias de bebés nacidos antes de tiempo. Están confundidas, intentando entender la nueva situación que los saca totalmente del lugar esperado, pensado e idealizado. Allí están, conteniendo lágrimas o llorando abiertamente, presos de una angustia que los invade. Son muchos los avatares emocionales que deben atravesar. Las madres siempre tienen la mano en su vientre, es difícil sostener la separación con su bebé. Cuando la madre está embarazada hay una simbiosis evidente, mamá y bebé son uno, pero una vez nacido el bebé, esta simbiosis continúa para la diada. La ausencia física del bebé genera en la madre una angustia de separación inevitable. Las mamás buscan en sus pechos, el calostro empieza a aparecer, y así muchas dudas de cómo y cuando podré amamantarlo. Hay que construir una nueva imagen de madre, los modelos heredados, idealizados se caen: las madres acunan en brazos a sus bebés, dan la teta, cambian pañales, esperan ese primer baño...Y ¿Cómo dar todo ese amor de otra forma? ¿Cómo hacer cuando una puerta con un timbre me separa de mi bebé? ¿Cuando no puedo tocarlo por su hipersensibilidad? ¿Cómo hacer cuando sólo puede alimentarse por sonda? A veces las madres se ven en una encrucijada. Tienen miedo de pasarle su angustia al bebé y están terriblemente angustiadas ¿Cómo no estarlo? Les pregunto. Entonces damos lugar al amor. Todo eso que sienten se trata de amor, y desde ese lugar podrán acompañar a su bebé y construir a esa nueva madre. Y así empezamos un largo camino. Acompañar a las familias es clave. El sentimiento de soledad abunda , y sentir que nadie puede entender lo que están atravesando es frecuente. Desde mi mirada y experiencia, para que los padres puedan preguntar y participar en las decisiones, deben sentirse alojados por todo el equipo de salud. Desde el respeto y la empatía. Por esto para garantizar este derecho es elemental el trabajo con los médicos y enfermeros que participan de los servicios. Que ellos también puedan conocer las variables emocionales que se ponen en juego en los padres, para así poder brindar afecto en cada una de sus intervenciones, abriendo un espacio de intercambio con los padres y no una escucha pasiva del tan esperado parte médico diario.