Así, casi de un momento a otro, siguen siendo dos brazos, pero ahora hay dos cuerpos que sostener, que mirar, que maternar, que cuidar. Esta es una vivencia que muchas veces se torna difícil para las mujeres. Sin olvidar que están transitando su puerperio con todos los cambios físicos, hormonales y emocionales que eso implica.
En mi experiencia observo que las mujeres transitan un duelo de aquel primer vínculo que se modifica para siempre. Muchas veces son conscientes de eso, y otras no tanto. Pero no sólo es el niño pequeño, ahora hermano mayor, el que llora está perdida, sino que es la madre la que también atraviesa este dolor, esta crisis que se produce al transformarse el vínculo. Transformación que va más allá de la disponibilidad temporal. Se hace presente el sentimiento de culpa, la frustración de no poder satisfacer sus necesidades o sentirse en falta por tener que delegar cuidados que antes eran exclusivos de la madre. También genera mucha angustia las manifestaciones emocionales, esperables, que suelen aparecer ante la llegada de su hermanx y todos los cambios que esto significa para ellxs. “Siento que yo le hice mal con esto, que él estaba bien antes”, escuché decir. Procesos por los que pasamos en nuestros segundos puerperios, con nuestros segundxs hijsx.
Hay una transformación que conlleva una pérdida. Emerge un nuevo lugar para la mujer, desconocido. La pregunta de si lo estará haciendo bien. La comparación de lo que pudo con el primer bebé y ahora lo que puede el segundo. Por suerte el amor no puede medirse, por suerte nunca somos las mismas, por suerte cada experiencia nos enriquece en nuestra vida cuando la transitamos con aceptación, mirándonos con compasión, sabiendo que hay lugares por los que tanto nosotras como nuestrxs hijxs tienen que transitar
Y vos ¿cómo viviste la llegada de tu segundx hijx?Agostina Caruso
Dra. en Psicología
Directora de BEZA